viernes, 14 de febrero de 2020

ENCUENTRO LITERARIO CON MARÍA SANZ

POETA MARÍA SANZ, LLENA ERES DE GRACIA, DE LUZ Y DE VERBO



     La mañana se encamina al mediodía envuelta en un gris poético que abriga del ruido del griterío escolar. Ha llegado al instituto Itálica, con parsimonia y con tiempo suficiente como para no dejarse embestir por la aceleración del ritmo inquisidor que la vida nos impone, una mujer envolvente, una poeta de luna llena que trae al centro la escuela de antaño, la de la fascinación por la figura del profesor, la del silencio y el interés cultural, la del apego al libro, la del horizonte universitario, la de la escucha significativa. Su voz es docta y sus gestos, catedráticos de vida plena.



     Viene a poner su dicción al servicio de unos alumnos que tienen la edad con la que ella empezó a escribir poesía. Quedan lejos aquellos años en los que, tras un viaje a la Soria natal de su abuelo, encontró la vocación poética; pero su exquisita y melancólica memoria evocativa traen hasta el aula de 2º D los ecos cercanos de una época de felicidad asociada a los escenarios de la infancia. Quienes hoy tienen 13 años escuchan con sorpresa cómo María Sanz les asegura que fue "muy feliz en el instituto" y que "la poesía es algo muy natural, muy normal". Les explica también que a la poesía se llega por vocación y que la lectura es fundamental para poder escribir. Antes de sumergirse en la lectura de una selección de poemas escritos en diferentes épocas, María Sanz les cuenta que no ha tenido hijos y que la poesía le ha dado muchas satisfacciones en su vida como, por ejemplo, el haber conocido a poetas como José Hierro, Félix Grande o Gloria Fuertes. Tras hacer un guiño a la actualidad y explicarles que escribir poemas no es comparable al programa de televisión Operación Triunfo y que requiere mucha constancia y sacrificio, la poeta sevillana propone a su audiencia un recorrido por distintos lugares que en un momento u otro de su vida inspiraron su creatividad.




     El itinerario empieza en un lugar muy cercano al instituto y más cercano aún a su nombre. Lo dedica a Trajano cuando se marcha de Itálica. Y de aquí se escapa a Sevilla, donde ofrece un paseo por el casco antiguo de una "ciudad a solas". Luego va camino del colegio, cuando era "una niña, camino de la vida", cuando era "invierno en todas partes". A continuación se detiene en la tienda de ultramarinos que su abuelo puso cuando se vino desde Soria hasta Sevilla y que estaba situada frente a los Jardines de Murillo. Y es entonces, tras el recuerdo de su "privilegiada infancia" cuando lee un poema dedicado a su ciudad natal:

SI NO EXISTIERAS TÚ, SI NO EXISTIERAS,
urbe mía de fuego y hermosura,
templo del azahar, jirón celeste,
sucedería el tiempo de otra forma.
Si no fuese adorable tu milagro
nuestro de cada día o madrugada,
urbe grácil de incienso y alhucema,
ese tiempo distinto perdería
la falaz ilusión de poseerte.


                                                 (de DOMUS AUREA, 1999)  





     Después son su azotea o la finca familiar de Alcalá de Guadaíra donde disfrutó hasta los nueve años del huerto, del gallinero, del palomar, de los árboles frutales y de la alberca de agua helada que servía de piscina, y que también fue fuente de inspiración poética, los lugares que la trasladan hasta ese "primer reino" que cimienta la geografía humana, cuando "la blanca intemperie de la casa antigua brotaba del silencio" o donde "la luna llena se transparentaba en los eucaliptos".  

     El templado recorrido finaliza en unos poemas que aún no están publicados y que permiten coger un vuelo hasta la antigua Persia. Los versos están inspirados en el libro del escritor turco Orhan Pamuk titulado Me llamo rojo, que hace posible viajar hasta el siglo XVI, cuando el sultán desea inmortalizar su figura en un lienzo, pero la ley islámica lo prohíbe. María Sanz rinde homenaje en sus poemas a aquellos maestros ilustradores de la época y recuerda al poeta Hafez de Shiraz, ciudad localizada al suroeste de Irán, para elogiar con admiración un país en el que la poesía es absolutamente imprescindible. 


     
     Se cierra la lectura y se abre el preludio a la despedida. Es entonces cuando la poeta se refugia en la musa que la ayuda a escribir poesía, en la magia que contribuye a hacer la métrica. Porque es la música de fondo (soul, pop, jazz, clásica o rock) quien mece su talento y lo acuna en la palabra. 


     "Cuando seáis mayores y escuchéis música clásica, entenderéis que lo clásico engancha. Ella misma os guiará y comprobaréis que la necesitáis". Así les explica a los alumnos la grandeza de la música y su importancia en la vida. 

     Para ser poeta, asegura, es necesario "el don de la sensibilidad" acompañado de un "hacerse", porque "la poesía tiene un trasfondo culto y una necesidad de lectura". 

     ¡Cuánto aprendido! ¡Cuánto soñado! ¡Cuánto imaginado! ¡Cuántos olores, sabores y recuerdos contagiados! ¡Cuánta palabra capaz de aislar del ruido de los pasillos, de la vida que sale y entra, que viene y va! No volverá el momento, pero sí su recuerdo. Aquí estuvo María Sanz, leyendo, enseñando, transmitiendo, serenando y emocionando...Y podremos decir: fuimos privilegiados...Y lo decimos: somos privilegiados.


2 comentarios:

  1. Yo fui la privilegiada por conoceros y daros lo mejor de mí: mi poesía.
    Gracias siempre por todo y un abrazo grande.

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  2. Gracias a ti, siempre, María. Fue mágico.
    Un fuerte abrazo.

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